Ortega y Gasset, abajo en el centro, y Baroja a su izquierda www. abelmartin.com |
Lee con atención el siguiente texto:
En cierta manera, pues, es justo que el
hombre social se sienta, al leer los libros de Baroja, herido e irritado. En
nuestro vasco se da a la intemperie ese
resto insocial e insociable que todos llevamos dentro, pero cuidadosamente
encubierto.
Para un aficionado a las cosas humanas, la
individualidad de Baroja ofrece, por tal razón, enorme interés. Equivale él
solo a todo un laboratorio de humanidades.
En un hombre así nada puede ser indiferente. Podrán sus ideas parecernos
absurdas; pero como en él son puras y espontáneas reacciones de lo más inalienable que en el hombre hay, ganan en
valor de realidad lo que les falta o les sobra de lógica consistencia.
Una idea carece de interés únicamente cuando, además de ser una
falsedad, es una mentira, o dicho de otro modo, cuando es subjetivamente
falsa. Y todas las ideas que aceptamos en virtud de intenciones utilitarias o
empujados por el hábito y la tradición son, en este sentido, mentiras,
ficciones.
Hay una palabra que en todas sus posibles
complicaciones aparece, con insistencia a menudo fastidiosa, en los escritos y
en la conversación de Baroja. Ninguna simboliza mejor su actitud íntima ante la
vida. La palabra es ésta: farsa.
Cuando Baroja ha dicho de algo que es una farsa o de alguien que es un
farsante, pasa a la orden del día. Y casi todas las cosas le parecen farsas, y
casi todos los hombres le parecen farsantes.
Llamamos farsas a aquellas realidades en que
se finge la realidad. Esto supone que en la realidad distinguimos dos planos:
uno, externo, aparente, manifestativo; otro, interno, sustancial, que en aquél
se manifiesta. Tiene aquella realidad la misión ineludible de ser expresión
adecuada de ésta, si no es farsa. Tiene esta realidad interna, a su vez, la
misión de manifestarse, exteriorizarse en aquélla, si no es también
farsa. Ejemplo: un hombre que defiende exuberantemente
unas opiniones que en el fondo le traen sin cuidado, es un farsante; un hombre
que tiene realmente esas opiniones, pero no las defiende y patentiza, es otro farsante.
Para quien lo más despreciable del
mundo es la farsa, tiene que ser lo mejor del mundo la sinceridad. Baroja resumiría
el destino vital del hombre en este imperativo: ¡Sed sinceros! Ese movimiento
en que se hace patente lo íntimo es la verdadera vida, latido del cosmos,
médula del universo.
No hay valores absolutos ni absolutas
realidades. Todo puede valer absolutamente, ser absolutamente real si es
sinceramente sentido. Ser y ser sincero valgan como sinónimos.
José Ortega y Gasset, “El espectador”, 1916
Solo se recogen a continuación algunas de los contenidos que formaban parte del último examen. Debe entenderse que el desarrollo propuesto aquí tiene solo un valor indicativo y no resulta excluyente de otras posibles soluciones. Únicamente se pretende que sirva de orientación.
1. Tipo de texto:
Se trata de un texto ensayístico*, porque claramente refleja la subjetividad del autor con la voluntad de estilo propia de este tipo de textos. En la medida en que el ensayo es un género literario con características propias -en realidad un subgénero del género didáctico- este texto también puede ser considerado como literario. Por la forma de discurso utilizada es un texto expositivo-argumentativo porque ofrece información y defiende opiniones con el fin de persuadir al lector. Por su tema es un texto humanístico, que se incluye en el campo de la crítica literaria.
*Los ensayos de "El espectador" fueron publicados en periódicos y revistas entre 1916 y 1934. Se trata, en origen al menos, de textos periodísticos posteriormente recogidos en libros.
*Los ensayos de "El espectador" fueron publicados en periódicos y revistas entre 1916 y 1934. Se trata, en origen al menos, de textos periodísticos posteriormente recogidos en libros.
2. Análisis de las características lingüísticas y literarias.
El texto comentado de Ortega y Gasset es de carácter expositivo-argumentativo y está orientado a analizar críticamente las características singulares de la obra de Pío Baroja. El fragmento escogido se centra fundamentalmente en el concepto de farsa del autor vasco, lo que lleva a Ortega a hacer distinciones sutiles y filosóficamente pertinentes sobre las ideas de falsedad y de mentira, primero, y sobre las distintas manifestaciones de la farsa, en contraste con la idea de sinceridad. Estas distinciones determinan no solo la estructura del texto y su sintaxis, sino en gran medida el léxico empleado en el mismo.
En cuanto a la estructura, los tres primeros párrafos sirven de presentación de la obra y de las opiniones de Baroja, de las que se destaca su carácter individualista e incluso absurdo. En los párrafos 4º a 6º , que constituyen el cuerpo central del texto, se pasa revista a los conceptos de falsedad, mentira y, sobre todo, de farsa. En los dos últimos párrafos se ensalza el valor de la sinceridad en la obra del autor vasco.
La sintaxis del texto es la propia de los textos argumentativos, con predominio de la parataxis (coordinación) y de la hipotaxis (subordinación), aunque Ortega mantiene la claridad expositiva propia de un texto que, aunque dirigido a un público culto, tiene un fin divulgativo.
El registro del texto es formal y el vocabulario en general culto, de lo que dan muestra palabras como "inalienable", "subjetivamente", "ineludible" o "patentiza", por citar solo algunas, aunque hay ciertas concesiones a un lenguaje más coloquial, como atestiguan las expresiones "a la intemperie" o "a la orden del día". La coherencia del texto se logra fundamentalmente, aparte de con medios sintácticos, gracias al léxico empleado, que se ordena a través de la isotopía semántica de falsedad y de farsa. Se repiten insistentemente palabras como "falsedad", "mentira", "farsa" y "farsante", en contraste con otras como "sinceridad" o "sincero".
Desde el punto de vista comunicativo el emisor hace uso del plural inclusivo ("todos llevamos","llamamos", "parecernos" "aceptamos"...) para lograr la implicación del receptor, lo que tiene una clara función apelativa, pero la función comunicativa predominante es la representativa. Se da también una clara función metalingüística en la indagación que Ortega hace del significado de las palabras y de los conceptos, cuidadosamente definidos.No oculta tampoco la crítica que manifiesta mediante adjetivos como "herido", "irritado", "absurdas" o "fastidiosa".
En cuanto a la estructura, los tres primeros párrafos sirven de presentación de la obra y de las opiniones de Baroja, de las que se destaca su carácter individualista e incluso absurdo. En los párrafos 4º a 6º , que constituyen el cuerpo central del texto, se pasa revista a los conceptos de falsedad, mentira y, sobre todo, de farsa. En los dos últimos párrafos se ensalza el valor de la sinceridad en la obra del autor vasco.
La sintaxis del texto es la propia de los textos argumentativos, con predominio de la parataxis (coordinación) y de la hipotaxis (subordinación), aunque Ortega mantiene la claridad expositiva propia de un texto que, aunque dirigido a un público culto, tiene un fin divulgativo.
El registro del texto es formal y el vocabulario en general culto, de lo que dan muestra palabras como "inalienable", "subjetivamente", "ineludible" o "patentiza", por citar solo algunas, aunque hay ciertas concesiones a un lenguaje más coloquial, como atestiguan las expresiones "a la intemperie" o "a la orden del día". La coherencia del texto se logra fundamentalmente, aparte de con medios sintácticos, gracias al léxico empleado, que se ordena a través de la isotopía semántica de falsedad y de farsa. Se repiten insistentemente palabras como "falsedad", "mentira", "farsa" y "farsante", en contraste con otras como "sinceridad" o "sincero".
Desde el punto de vista comunicativo el emisor hace uso del plural inclusivo ("todos llevamos","llamamos", "parecernos" "aceptamos"...) para lograr la implicación del receptor, lo que tiene una clara función apelativa, pero la función comunicativa predominante es la representativa. Se da también una clara función metalingüística en la indagación que Ortega hace del significado de las palabras y de los conceptos, cuidadosamente definidos.No oculta tampoco la crítica que manifiesta mediante adjetivos como "herido", "irritado", "absurdas" o "fastidiosa".
En cuanto a los recursos estilísticos utilizados por Ortega destacaremos, sin ánimo de exhaustividad, entre los de tipo semántico, algunas metáforas ("laboratorio de humanidades", "latido del cosmos", "médula del "universo"),antítesis ("social"/ insocial"; "externo"/"interno" ; "manifestativo"/ "sustancial" ;"despreciable" / "mejor"...). En cuanto a los recursos morfosintácticos podemos citar algunos recursos de repetición o de acumulación, como la enumeración del antepenúltimo párrafo del texto. Lo que queda claro es que Ortega sí hace gala de esa voluntad de estilo tan característica de sus escritos y tan definitoria del género ensayístico.
3. Resumen del texto:
En este texto crítico, Ortega y Gasset comienza hablando de algunos rasgos peculiares de la obra de Baroja, como su carácter antisocial y su individualismo, que se destacan por encima de su rigor lógico y de su coherencia. Aborda luego Ortega la distinción semántica de ideas como falsedad y mentira, para centrarse en el análisis del concepto de farsa y sus distintas manifestaciones en la obra del escritor vasco. Termina reivindicando el valor supremo de la sinceridad en Baroja.
En este texto crítico, Ortega y Gasset comienza hablando de algunos rasgos peculiares de la obra de Baroja, como su carácter antisocial y su individualismo, que se destacan por encima de su rigor lógico y de su coherencia. Aborda luego Ortega la distinción semántica de ideas como falsedad y mentira, para centrarse en el análisis del concepto de farsa y sus distintas manifestaciones en la obra del escritor vasco. Termina reivindicando el valor supremo de la sinceridad en Baroja.
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